Artículo | Quincha y bambú para reconstruir Haití

Expertos peruanos llevan una versión mejorada de la quincha, para usarla en la reconstrucción de Haití, devastado por un terremoto el 12 de enero pasado, con un saldo de más de 200 mil muertos y un millón de casas destruidas. La misma técnica de reconstrucción fue aplicada con éxito en Pisco, tras el terremoto del año 2007.

Frente al mar de Pisco, un edificio antiguo aparece ileso en medio de innumerables casas derruidas y un malecón fantasma, destruido también. Es el local de la Capitanía de Puerto, el único edificio frente al mar de Pisco que permanece en pie tras el terremoto de 7.9 grados que azotó esa ciudad el 15 de agosto del año 2007.

-¿Con qué material está construido ese edificio?- pregunta José Morales, un joven proveniente de México que acaba de integrarse como voluntario en la organización “Pisco Sin Fronteras”.

-Con quincha -responde Jaime Mok, un arquitecto peruano experto en edificaciones no convencionales.

En Pisco, el 70% de las viviendas quedaron afectadas por el terremoto, miles de personas perdieron sus casas. La ayuda llegó de todas partes, pero fue concentrada en el centro de la ciudad. Entonces las Asociación “Paz y Esperanza” de Perú, y las financieras “Diakonie Katastrophenhilfe” y ¨GTZ¨ de Alemania, decidieron lir a una zona rural más alejada, llamada “Cabeza de Toro” y ¨Santa Rosa¨ en el distrito de Independencia, donde no llegaba la asistencia. Allí organizaron a la población desde el 16 de agosto, un día después del terremoto, y emprendieron la tarea de edificar casas nuevas con lo que la naturaleza provee en el lugar: eucalipto, bambú, barro, paja, arena y un poco de cemento.

La técnica empleada fue la quincha mejorada, que consiste en construir marcos y listones de madera a los que se entrelazan varas de caña brava. Luego este tejido es recubierto con barro, que cuando seca recibe una ligera capa de arena y cemento pulido, lo que da un acabado idéntico a las construcciones de ladrillo, como un tarrajeado. Los techos, cuya base también es elaborada con eucalipto o madera, están armados con mallas tejidas de tiras de bambú, reforzadas con una cobertura de esteras. Por la forma ovalada de los techos esas casas son denominadas “domobambú” o “casas Tortuga”.
(1) El bambú es un material resistente que es utilizado en los techos. (2) Listones de Eucalipto son empleados para dar firmeza y estabilidad a las casas.
“Estas casas tienen propiedades sismorresistentes, son térmicas y de bajo costo, y las paredes duras como el concreto. Nadie lo cree hasta que ve cómo han sido construidas. El bambú es un material noble y debemos difundir su uso en la construcción, es conocido como el acero vegetal. En el Perú tenemos toda una herencia del empleo de la quincha, ahí tenemos las casas republicanas limeñas, que han soportado muchos sismos y permanecen intactas”, señala el arquitecto Jaime Mok, quien es coordinador regional de “Paz y Esperanza” en Ica.

Al comienzo, los pisqueños desconfiaban del empleo de tecnologías constructivas diferentes al la del concreto y ladrillo. Al igual que el adobe reforzado, los muros de quincha y los techos domobambú causaron dudas en cuanto a ser utilizados de nuevo pues la gran mayoría de las casas que se cayeron eran de materiales similares. Sin embargo, apostaron por la técnica mejorada, la cual fue desarrollada, en el caso de los techos domobambú, en los talleres de la Universidad Nacional de Ingeniería, y ahora han construido barrios enteros con quincha. Inclusive los pobladores aprendieron a construir ellos mismos viviendas de dos pisos con muchas habitaciones, y perfeccionaron una técnica Boliviana para purificar el agua insalubre de las acequias. Los pobladores de “Cabeza de Toro”, en Pisco, lograron satisfacer rápidamente sus necesidades de viviendas seguras y mejoraron su calidad de vida.

Esta experiencia ha sido compartida por la organización alemana “Diakonie Katastrophenhilfe” y los especialistas peruanos Rocío Quispe y Jaime Mok len Haití, asolado el 12 de enero pasado por un terremoto que dejó al país literalmente en ruinas. La reconstrucción aún no comienza, pero las autoridades haitianas consideran que ya es necesario contar con un plan para levantar casas seguras porque en Haití la devastación fue casi total, pese a que la intensidad del sismo (de magnitud 7.0 en la escala de Richter) fue menor a la que soportó Pisco.

¿Por qué la gran mayoría de edificaciones se cayeron? Los expertos peruanos comprobaron que en el país Caribeño las construcciones eran extremadamente precarias. A pesar que el principal material de construcción es la bloqueta o ladrillo de concreto color blanco, en la mayoría de los casos han sido mal elaborados tan mal que se pudo evidenciar cómo algunas bloquetas se desmoronan en las manos con sólo aplastarlas. La informalidad en la construcción fue un elemento muy grave, ya que por ahorrar costos los haitianos utilizaron concreto con poco cemento, edificaron columnas muy esbeltas y con pocas varillas de fierros. La falta de una adecuada planificación urbana agravó la situación. Casi todas las viviendas estaban ubicadas en zonas de alto riesgo. Antes del terremoto, Haití tenía un déficit de 1 millón de viviendas. Después del 12 de enero, a esa cifra se han sumado 200 mil viviendas que fueron destruidas o severamente dañadas. Lo peor de todo es que algunas familias están comenzando a reconstruir por cuenta propia sus casas con la misma precariedad e informalidad de antes.

“El desastre que se observa en Haití sobrepasa en extensión 100 veces lo vivido en Pisco. El grado de hacinamiento y suciedad de muchos campamentos y comunidades es realmente lamentable. No ha comenzado la reconstrucción aún. Sólo se ha logrado limpiar los caminos, pero los edificios y casas aún permanecen destruidos y sin remover sus escombros. El tráfico de vehículos es terrible en la capital, los campamentos y la estrechez de las carreteras lo complican todo”, relata Jaime Mok.

Según información proporcionada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, en Haití decenas de miles de personas siguen viviendo bajo una lona impermeable sujeta por cuerdas y palos que pudieron ser rescatados de las ruinas. En Puerto Príncipe, la capital haitiana, han sido improvisados más de 500 campamentos donde la gente se amontona en un pequeño espacio de aquella ciudad ya superpoblada. En la semana que siguió a la catástrofe, la Cruz Roja suministró materiales para la construcción de refugios de emergencia a unas 20 mil familias. Desde entonces, ha proporcionado refugios de emergencia a unas 400 mil personas. La mayoría de estos refugios tienen por objetivo satisfacer las necesidades inmediatas de privacidad y protección, pero con la llegada de la temporada de los huracanes es creciente la necesidad de construir viviendas resistentes.

Los equipos de la Cruz Roja están trabajando día y noche para cumplir con un ambicioso objetivo: construir 20 mil refugios de un piso para las zonas rurales y urbanas y 15 mil unidades de dos pisos para familias residentes en zonas urbanas de Puerto Príncipe donde el espacio es escaso. La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja asumió también la coordinación del grupo sobre refugios, un consorcio que engloba 36 organizaciones e instituciones humanitarias encargadas de proveer refugios de corto y largo plazo. “Se trata de un complejo y masivo esfuerzo que implica encontrar tierras, resolver problemas de títulos de propiedad, limpiar escombros, reubicar campamentos, construir refugios comunitarios, suministrar saneamiento, evaluar los edificios dañados, distribuir materiales de construcción y hallar mano de obra calificada, por sólo mencionar algunas de las tareas que deben realizarse”, detalla la Cruz Roja en su boletín oficial.

Pero el problema de construir viviendas resistentes a los sismos y los huracanes no se limita sólo a Puerto Príncipe. En la ciudad de Jacmel, ubicada a tres horas al sur de la capital, el mayor desafío es encontrar lugares Seguros y construir alojamientos permanentes. En esa localidad muchos de los lugares donde están siendo reubicadas las familias no reúnen las condiciones de servicios adecuados que garanticen la seguridad y la dignidad de la población, ni las facilidades para trabajar y ganarse la vida. Por eso los profesionales peruanos que llegaron a Haití sostuvieron reuniones con autoridades y les explicaron que en zonas rurales de Jacmel, que tiene cerca de 140 mil habitantes, donde el suelo es pobre, se puede emplear la quincha mejorada con un plan de crecimiento progresivo de la vivienda, y no priorizar tanto la construcción de viviendas de transición pues los gastos se duplican finalmente.

En Jacmel puede observase un gran daño en las edificaciones, sobre todo muchas viviendas colapsadas e inhabitables. De ahí la importancia de capacitar a la población para que autoconstruyan de manera masiva sus viviendas con quincha mejorada u otros, con propuestas que tomen en cuenta las costumbres, los escasos recursos existentes y los importables, así como las formas de vida de las familias haitianas. La opción de los expertos peruanos está planteada, los estudios están hechos. En Haití existen las condiciones adecuadas para construir viviendas con quincha mejorada, existen recursos locales que pueden ser empleados como relleno de muros y la madera requerida va a ser importada. En este momento lamentablemente no hay mucho bambú en Haití, pero varias organizaciones internacionales han fijado la meta de incorporar de manera agresiva su sembrío y empleo en la reconstrucción. Sólo falta la decisión de dejar de lado esa informalidad que resultó ser mortal.
Las casas edificadas con quincha mejorada son sismorresistentes, y su eleboración tiene un bajo costo.
CASA DOMOBAMBÚ

- La casa modelo con techos domobambú es de 6 módulos. Cada uno mide 3m x 3m.

- El tiempo de construcción de la casa es de aproximadamente seis semanas.

- En el Perú el valor de los materiales para la casa es de S/. 6.000, la misma cantidad del bono que el gobierno destinó para los afectados del terremoto de Pisco.

Diario La Primera
Redacción: Marcelo Puelles